Es uno de los espectáculos más queridos por su director, en donde se tendió un puente con la primera producción de la compañía, El aprendiz. Otra vez, aunque en esta ocasión más parcialmente, se buscó una inspiración en la obra y lenguaje de Thomas Bernhard. Seguramente aquí se asume más que nunca el pensamiento de Tadeusz Kantor que hacía referencia a la destrucción de la simulación. Asimismo, se profundiza en el mestizaje estilístico, pasándose del minimalismo al falso realismo, del silencio al estruendo, de la quietud al movimiento coreográfico, del susurro al grito.

La obra está estructurada en diez tiempos que coinciden con otras tantas escenas, en las que se reflexiona, se ironiza, se dramatiza, se repasan temas como: la memoria, el olvido, el compromiso, el teatro, el 68, el arte, el amor, el conformismo o la imposibilidad de ir en la dirección contraria. La contradicción entre el hermoso juego de la memoria y la inutilidad de ese ejercicio.

Autor
Francisco Valcarce

Dramaturgia y dirección
Francisco Valcarce

Actores
María Felices
Mónica González
Alberto Iglesias
Luis Oyarbide

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